sábado, 20 de julio de 2013

Cantimplora de calabaza

Antes de nada, un pequeño prefacio completamente saltable hasta el próximo párrafo, que otorga origen a esta bonita cantimplora que me trae muchos recuerdos. En mi familia hemos tenido una masía (pequeña casa rural catalana) desde hace unos 100 años, año arriba año abajo. En esta centuria no se ha hecho ni una triste reparación y con las lluvias de estas estaciones pasadas corre riesgo de desmoronarse, teniendo que invertir en paletas, aparejadores y otros expertos del ramo si queremos que siga en pié. Es en parte lo que me mantiene apartado de la forja, inutilizable hasta finalizar la obra. Moviendo y limpiando trastos, utensilios y mierda cosas ha aparecido una calabaza seca, que en mis memorias está jugar con ellas cuando tenía 6 u 8 años... ¡entrañable!

Así que con una recién encontrada calabaza datada en hace unos 20 a 25 años, la primera ocurrencia es fabricarse algún utensilio para contener el agua. Lo hice con tantas ganas y tan rápido que no tengo ni una puñetera foto del proceso

Básicamente cortamos la parte superior -la del tallo- a unos milímetros, taladramos un orificio del tamaño del tapón de corcho (2cm en este caso) que vayamos a usar y la limpiamos bien con agua y ferralla y/o piedrecitas

Luego seguimos limpiando

Después seguimos limpiando

Cuando creas que está limpia, sigues limpiando

Aunque no hace falta, la he dejado sumergida un par de horas en lejía. No conviene arriesgarse con todo lo que habrá pillado en estos lustros de estar sumergida en mierda cosas.
Enjuagamos bien, dejamos secar y... habemus cantimplora!


Casi 1 litro de recuerdos en un pequeño recipiente

En el interior siempre hay semillas, y en este caso no sé si conseguiré hacerlas germinar. Si fuera así, montaré un negocio de venta de cantimploras a domicilio

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